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359: Vivir para la gloria de Dios - 12/01/2025 - #1334

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Pastor José Luis Cinalli
12/1/2025
Vivir para la gloria de Dios

“… Cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios”, 1ª Corintios 10:31 (BPD). “Todo lo que hagan o digan, háganlo… en honor del Señor Jesús…”, Colosenses 3:17 (NTV, NBE). “Lo que hagan, háganlo… buscando agradar al Señor…”, Colosenses 3:23 (BDA2010).

El fin supremo de nuestra vida es glorificar a Dios. Lo que decimos, hacemos o pensamos debe ser motivado por el deseo de agradarlo. Por tal motivo, antes de aceptar algún pensamiento o de manifestar una opinión o hacer alguna cosa deberíamos preguntarnos: ¿le dará gloria a Dios? Veamos algunas maneras prácticas de glorificar a Dios:

1) En y con nuestro cuerpo: “Dediquemos íntegramente el cuerpo… a glorificar a Dios, porque a Él pertenece”, 1ª Corintios 6:20 (NT-BAD). Nuestro cuerpo es el lugar donde el Santo de los Santos habita (1ª Corintios 6:19); por lo tanto, debe estar involucrado en el santo ejercicio de glorificar a Dios. Ahora bien, antes de glorificar a Dios con nuestro cuerpo debemos glorificarlo en nuestro cuerpo: “… Den gloria a Dios en su cuerpo…”, 1ª Corintios 6:20 (RVC). Glorificamos a Dios con nuestro cuerpo cuando prestamos un servicio para Él; por ejemplo, cuando lo alabamos, Salmo 47:1. Pero glorificar a Dios en nuestro cuerpo significa que Él es santificado en nosotros antes de que nuestro cuerpo sea usado para glorificarlo, por ejemplo cuando decidimos no abusar de él con borracheras, drogas e inmoralidad. ¿Lo ves? Le damos gloria a Dios con lo que hacemos o decidimos no hacer, incluyendo el comer, el beber, o el hecho de no hacer ninguna de estas cosas. “… Vivamos con decencia a la vista de todos. No participen en la oscuridad de las fiestas desenfrenadas y las borracheras, ni vivan en promiscuidad sexual e inmoralidad, ni se metan en peleas, ni tengan envidia… no se permitan pensar en formas de complacer los malos deseos”, Romanos 13:13-14 (NTV). Por otra parte, destruir el cuerpo físico es una deshonra a Dios; y podríamos hacerlo no solo con el suicidio sino con el empleo de tabaco, drogas, alcohol o aun con nuestra mala alimentación. “Nuestros viejos deseos pecaminosos fueron clavados en la cruz… de manera tal que nuestro cuerpo pecador ya no está bajo el dominio del pecado… Considérense… muertos a la vieja naturaleza pecadora, sordos al pecado, y vivan para Dios… No dejen que ninguna parte de su cuerpo se convierta en instrumento del mal, útil al pecado; entréguense por completo a Dios…”, Romanos 6:6-13 (NT-BAD); Colosenses 3:5. En definitiva, ya que nuestro cuerpo pertenece a Dios debemos cuidarlo; si realmente hemos de honrar al Señor todo nuestro ser debería gritar: ¡gloria a Dios!

2) Realizando buenas acciones. “… Dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial, Mateo 5:16 (NTV). Después de una vigilia de oración varios jóvenes se acercaron a D. L. Moody y le dijeron orgullosamente: “Vea como nos brilla el rostro”. El predicador le contestó amablemente: “Moisés no sabía que le resplandecía el rostro”. La bondad que llama la atención de nosotros no es la que Jesús bendice. Todo lo que hacemos debe ser motivado por el deseo de dar honor a Dios. Pablo dijo: Por el poder del Espíritu Santo he hecho muchos milagros y maravillas”, Romanos 15:19 (TLA). El apóstol no hablaba de lo que él hacía para Dios sino lo que Dios hacía por medio de él. Luego agregó: “Quiero que siempre… estén haciendo lo que es bueno y noble, con lo cual… traerán gloria al Señor, Filipenses 1:10-11 (NT-BAD). Cuando Jesús sanó al paralítico “la multitud… glorificó a Dios”, Mateo 9:8 (BAD). Cuando hacía el bien “la multitud… glorificaba a Dios”, Mateo 15:31 (RVC). Cuando resucitó al hijo de la viuda “todos… glorificaron a Dios”, Lucas 7:16. Cuando los discípulos sanaron a un cojo de nacimiento “no había quien no estuviera alabando a Dios por el portentoso milagro”, Hechos 4:21 (NT-BAD). Si pensamos en hacer alguna buena obra para ganarnos el favor o el aplauso de la gente, no hemos empezado a recorrer el camino de la fe. El apóstol Pedro dijo: “Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que… ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios…”, 1ª Pedro 2:12 (NVI). Dios no solo es glorificado cuando predicamos, adoramos u oramos sino también cuando somos obedientes. Un claro ejemplo es Obed-edom. Su fidelidad a Dios hizo que todos desearan al Dios que él tenía, incluso el mismo rey, 2º Samuel 6:11. El creyente verdadero ama glorificar a Dios y lo glorifica mostrando en su conversión la gloriosa obra del glorioso poder del Señor. El testimonio silencioso de una vida santa tiene un valor incalculable. Recuérdalo: ¡la más grande recompensa de nuestra obediencia es la honra a Dios!

3) Creciendo en la fe. De Abraham se dice que “… cada día su fe se hacía más fuerte, y así él daba honra… y gloria a Dios, Romanos 4:19-20 (PDT, RV60). Dios dijo que Abraham era su amigo, Isaías 41:8. ¿Qué lo hacía tan especial? Su fe. Fe es creer en Dios y en que Él cumple lo que promete. Dios le prometió a Abraham ser padre de naciones cuando todavía no tenía hijos (Génesis 17:4), él le creyó y Dios cumplió su Palabra, Romanos 4. Las maravillas de Dios en nosotros debe ser un mensaje que capte la atención de los demás, especialmente la de los no creyentes.

4) Siendo agradecidos. Si de veras quieres honrarme, tráeme ofrendas de gratitud, Salmo 50:23 (TLA). Son pocos los que conocen el poder que fluye de un corazón agradecido. El día de la inauguración del templo Dios decidió manifestarse cuando todos dieron gracias: “… Se unieron para alabar y dar gracias al SEÑOR… En ese momento… la gloriosa presencia del SEÑOR llenaba el templo”, 2º Crónicas 5:13-14 (NTV). Repasa tus bendiciones y envía un acuse de recibo al cielo a través de una oración de gratitud. Además, dale el crédito a Dios por todo, como lo hacía Pablo. Al regresar de su viaje misionero se reunió con algunos creyentes y les “dio un informe detallado de las cosas que Dios había realizado… mediante su ministerio. Después de oírlo, alabaron a Dios, Hechos 21:19-20 (NTV). Cuando Joab conquistó Rabá hizo venir a David para que la corona sea puesta sobre el verdadero rey. Este es un buen ejemplo de cómo debemos actuar con Jesús. Cuando ganemos una batalla no nos quedemos con la ‘corona’, démosela al Señor quien ha ganado la victoria por nosotros.

5) Produciendo frutos para Dios. “Cuando producen mucho frutole da mucha gloria a mi Padre”, Juan 15:8 (NTV). Se nos ha hecho creer que fruto es sinónimo de éxito, prosperidad, progreso y mucha actividad. En realidad llevar frutos tiene que ver más con el desarrollo de una vida parecida a la de Cristo que con una vida repleta de actividades y logros humanos. Cuando el mundo ve en nosotros el resultado de una vida repleta de los frutos del Espíritu, Dios es glorificado. Para eso estamos aquí, para mostrar a Dios al mundo.

6) Ejerciendo los dones espirituales. Una forma de darle gloria a Dios es sirviendo con los dones, talentos, capacidades y recursos que tenemos: “Dios… les ha dado un don a cada uno de ustedes. Úsenlos bien… Así… traerá gloria a Dios…”, 1ª Pedro 4:10-11 (NTV). Si escondemos los dones o nos aprovechamos de ellos para beneficio personal le estaremos robando a Dios. ¿Por qué? Porque todo lo que tenemos nos fue confiado por Dios (Juan 3:27) y debe volver a Él incrementando su honor y gloria. Fuimos creados, formados, salvados y llamados para servir y honrar a Dios. Siempre que usemos los talentos naturales, habilidades y dones espirituales para testificar y hacer famoso el nombre de Jesucristo estaremos agradando a Dios, pero lo entristecemos cuando los escondemos o los usamos para promocionarnos o promovernos personalmente.

7) Predicando la Palabra. “… Les pedimos que oren por nosotros… para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, 2ª Tesalonicenses 3:1 (NTV, RV60). ¿De qué manera la Palabra de Dios puede ser glorificada? Dándola a conocer para que las personas la escuchen y la reciban con fe, obedeciéndola. Cuando los gentiles escucharon el evangelio “se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor…”, Hechos 13:48 (RV60). Pablo dijo de que los gentiles al recibir el evangelio que él les predicaba “glorificaban a Dios…”, Gálatas 1:24 (CJ). Toda vez que se predique el evangelio de Jesucristo, Dios será glorificado. Cada vez que un maestro enseñe a niños o un líder exponga la Palabra en una célula o casa de oración y cada vez que un padre se siente con su familia para meditar en las Escrituras Dios será glorificado. Por último y no menos importante, ya que hemos sido reconciliados con Dios debemos pagar esa inmensa deuda de gratitud convirtiéndonos en agentes de paz. La paz que hemos recibido de Dios debe ser ‘pagada’ con honra: “¡Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación! Ayúdanos por la gloria de tu nombre; sálvanos y perdona nuestros pecados por la honra de tu nombre, Salmo 79:9 (NTV).
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Vivir para la gloria de Dios

“… Cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios”, 1ª Corintios 10:31 (BPD). “Todo lo que hagan o digan, háganlo… en honor del Señor Jesús…”, Colosenses 3:17 (NTV, NBE). “Lo que hagan, háganlo… buscando agradar al Señor…”, Colosenses 3:23 (BDA2010).

El fin supremo de nuestra vida es glorificar a Dios. Lo que decimos, hacemos o pensamos debe ser motivado por el deseo de agradarlo. Por tal motivo, antes de aceptar algún pensamiento o de manifestar una opinión o hacer alguna cosa deberíamos preguntarnos: ¿le dará gloria a Dios? Veamos algunas maneras prácticas de glorificar a Dios:

1) En y con nuestro cuerpo: “Dediquemos íntegramente el cuerpo… a glorificar a Dios, porque a Él pertenece”, 1ª Corintios 6:20 (NT-BAD). Nuestro cuerpo es el lugar donde el Santo de los Santos habita (1ª Corintios 6:19); por lo tanto, debe estar involucrado en el santo ejercicio de glorificar a Dios. Ahora bien, antes de glorificar a Dios con nuestro cuerpo debemos glorificarlo en nuestro cuerpo: “… Den gloria a Dios en su cuerpo…”, 1ª Corintios 6:20 (RVC). Glorificamos a Dios con nuestro cuerpo cuando prestamos un servicio para Él; por ejemplo, cuando lo alabamos, Salmo 47:1. Pero glorificar a Dios en nuestro cuerpo significa que Él es santificado en nosotros antes de que nuestro cuerpo sea usado para glorificarlo, por ejemplo cuando decidimos no abusar de él con borracheras, drogas e inmoralidad. ¿Lo ves? Le damos gloria a Dios con lo que hacemos o decidimos no hacer, incluyendo el comer, el beber, o el hecho de no hacer ninguna de estas cosas. “… Vivamos con decencia a la vista de todos. No participen en la oscuridad de las fiestas desenfrenadas y las borracheras, ni vivan en promiscuidad sexual e inmoralidad, ni se metan en peleas, ni tengan envidia… no se permitan pensar en formas de complacer los malos deseos”, Romanos 13:13-14 (NTV). Por otra parte, destruir el cuerpo físico es una deshonra a Dios; y podríamos hacerlo no solo con el suicidio sino con el empleo de tabaco, drogas, alcohol o aun con nuestra mala alimentación. “Nuestros viejos deseos pecaminosos fueron clavados en la cruz… de manera tal que nuestro cuerpo pecador ya no está bajo el dominio del pecado… Considérense… muertos a la vieja naturaleza pecadora, sordos al pecado, y vivan para Dios… No dejen que ninguna parte de su cuerpo se convierta en instrumento del mal, útil al pecado; entréguense por completo a Dios…”, Romanos 6:6-13 (NT-BAD); Colosenses 3:5. En definitiva, ya que nuestro cuerpo pertenece a Dios debemos cuidarlo; si realmente hemos de honrar al Señor todo nuestro ser debería gritar: ¡gloria a Dios!

2) Realizando buenas acciones. “… Dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial, Mateo 5:16 (NTV). Después de una vigilia de oración varios jóvenes se acercaron a D. L. Moody y le dijeron orgullosamente: “Vea como nos brilla el rostro”. El predicador le contestó amablemente: “Moisés no sabía que le resplandecía el rostro”. La bondad que llama la atención de nosotros no es la que Jesús bendice. Todo lo que hacemos debe ser motivado por el deseo de dar honor a Dios. Pablo dijo: Por el poder del Espíritu Santo he hecho muchos milagros y maravillas”, Romanos 15:19 (TLA). El apóstol no hablaba de lo que él hacía para Dios sino lo que Dios hacía por medio de él. Luego agregó: “Quiero que siempre… estén haciendo lo que es bueno y noble, con lo cual… traerán gloria al Señor, Filipenses 1:10-11 (NT-BAD). Cuando Jesús sanó al paralítico “la multitud… glorificó a Dios”, Mateo 9:8 (BAD). Cuando hacía el bien “la multitud… glorificaba a Dios”, Mateo 15:31 (RVC). Cuando resucitó al hijo de la viuda “todos… glorificaron a Dios”, Lucas 7:16. Cuando los discípulos sanaron a un cojo de nacimiento “no había quien no estuviera alabando a Dios por el portentoso milagro”, Hechos 4:21 (NT-BAD). Si pensamos en hacer alguna buena obra para ganarnos el favor o el aplauso de la gente, no hemos empezado a recorrer el camino de la fe. El apóstol Pedro dijo: “Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que… ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios…”, 1ª Pedro 2:12 (NVI). Dios no solo es glorificado cuando predicamos, adoramos u oramos sino también cuando somos obedientes. Un claro ejemplo es Obed-edom. Su fidelidad a Dios hizo que todos desearan al Dios que él tenía, incluso el mismo rey, 2º Samuel 6:11. El creyente verdadero ama glorificar a Dios y lo glorifica mostrando en su conversión la gloriosa obra del glorioso poder del Señor. El testimonio silencioso de una vida santa tiene un valor incalculable. Recuérdalo: ¡la más grande recompensa de nuestra obediencia es la honra a Dios!

3) Creciendo en la fe. De Abraham se dice que “… cada día su fe se hacía más fuerte, y así él daba honra… y gloria a Dios, Romanos 4:19-20 (PDT, RV60). Dios dijo que Abraham era su amigo, Isaías 41:8. ¿Qué lo hacía tan especial? Su fe. Fe es creer en Dios y en que Él cumple lo que promete. Dios le prometió a Abraham ser padre de naciones cuando todavía no tenía hijos (Génesis 17:4), él le creyó y Dios cumplió su Palabra, Romanos 4. Las maravillas de Dios en nosotros debe ser un mensaje que capte la atención de los demás, especialmente la de los no creyentes.

4) Siendo agradecidos. Si de veras quieres honrarme, tráeme ofrendas de gratitud, Salmo 50:23 (TLA). Son pocos los que conocen el poder que fluye de un corazón agradecido. El día de la inauguración del templo Dios decidió manifestarse cuando todos dieron gracias: “… Se unieron para alabar y dar gracias al SEÑOR… En ese momento… la gloriosa presencia del SEÑOR llenaba el templo”, 2º Crónicas 5:13-14 (NTV). Repasa tus bendiciones y envía un acuse de recibo al cielo a través de una oración de gratitud. Además, dale el crédito a Dios por todo, como lo hacía Pablo. Al regresar de su viaje misionero se reunió con algunos creyentes y les “dio un informe detallado de las cosas que Dios había realizado… mediante su ministerio. Después de oírlo, alabaron a Dios, Hechos 21:19-20 (NTV). Cuando Joab conquistó Rabá hizo venir a David para que la corona sea puesta sobre el verdadero rey. Este es un buen ejemplo de cómo debemos actuar con Jesús. Cuando ganemos una batalla no nos quedemos con la ‘corona’, démosela al Señor quien ha ganado la victoria por nosotros.

5) Produciendo frutos para Dios. “Cuando producen mucho frutole da mucha gloria a mi Padre”, Juan 15:8 (NTV). Se nos ha hecho creer que fruto es sinónimo de éxito, prosperidad, progreso y mucha actividad. En realidad llevar frutos tiene que ver más con el desarrollo de una vida parecida a la de Cristo que con una vida repleta de actividades y logros humanos. Cuando el mundo ve en nosotros el resultado de una vida repleta de los frutos del Espíritu, Dios es glorificado. Para eso estamos aquí, para mostrar a Dios al mundo.

6) Ejerciendo los dones espirituales. Una forma de darle gloria a Dios es sirviendo con los dones, talentos, capacidades y recursos que tenemos: “Dios… les ha dado un don a cada uno de ustedes. Úsenlos bien… Así… traerá gloria a Dios…”, 1ª Pedro 4:10-11 (NTV). Si escondemos los dones o nos aprovechamos de ellos para beneficio personal le estaremos robando a Dios. ¿Por qué? Porque todo lo que tenemos nos fue confiado por Dios (Juan 3:27) y debe volver a Él incrementando su honor y gloria. Fuimos creados, formados, salvados y llamados para servir y honrar a Dios. Siempre que usemos los talentos naturales, habilidades y dones espirituales para testificar y hacer famoso el nombre de Jesucristo estaremos agradando a Dios, pero lo entristecemos cuando los escondemos o los usamos para promocionarnos o promovernos personalmente.

7) Predicando la Palabra. “… Les pedimos que oren por nosotros… para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, 2ª Tesalonicenses 3:1 (NTV, RV60). ¿De qué manera la Palabra de Dios puede ser glorificada? Dándola a conocer para que las personas la escuchen y la reciban con fe, obedeciéndola. Cuando los gentiles escucharon el evangelio “se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor…”, Hechos 13:48 (RV60). Pablo dijo de que los gentiles al recibir el evangelio que él les predicaba “glorificaban a Dios…”, Gálatas 1:24 (CJ). Toda vez que se predique el evangelio de Jesucristo, Dios será glorificado. Cada vez que un maestro enseñe a niños o un líder exponga la Palabra en una célula o casa de oración y cada vez que un padre se siente con su familia para meditar en las Escrituras Dios será glorificado. Por último y no menos importante, ya que hemos sido reconciliados con Dios debemos pagar esa inmensa deuda de gratitud convirtiéndonos en agentes de paz. La paz que hemos recibido de Dios debe ser ‘pagada’ con honra: “¡Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación! Ayúdanos por la gloria de tu nombre; sálvanos y perdona nuestros pecados por la honra de tu nombre, Salmo 79:9 (NTV).
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