Episode 452: 25 de Octubre de 2024 - Devoción Vespertina - ¨Salmos¨
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DEVOCIÓN MATUTINA VESPERTINA
“SALMOS”
Narrado por: Joyce Vejar
Desde: Arizona, USA
Una cortesía de DR'Ministries y Canaan Seventh-Day Adventist Church
25 DE NOVIEMBRE
SALMO 42
«Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo podré presentarme ante Dios?» (SAL. 42:2).
El salmista empieza este salmo expresando la realidad más profunda de su corazón: «Tengo sed…». Esta no es una sed física. No es una sed del cuerpo que se calma con agua, sino una sed del corazón, del espíritu. Todo ser humano está sediento. El alma humana está sedienta de Dios. Aunque el incrédulo busque saciar esa sed interior en muchas otras fuentes de este mundo, busca en vano. Todos tenemos sed en el alma, pero las personas buscan saciarse en muchas partes: en las relaciones personales, en los placeres del mundo, en atesorar riquezas, en acumular sabiduría… sin embargo el salmista da un paso más allá y nos da junto a la enfermedad también el remedio: «Tengo sed de Dios, del Dios de la vida» (v. 2).
Aquí nuestra alma ha de clamar también por la presencia de Dios y cantar junto al salmista: «¡Él es mi Salvador y mi Dios!».
Con absoluta franqueza este salmo presenta las inquietudes del alma delante del Señor. El salmista se siente triste y abatido (v. 5), observa cómo sus enemigos se burlan de él (v. 10), pero por encima de todas las cosas el autor de este salmo puede ver que la mano de Dios lo estaba poniendo a prueba. Las palabras de los versículos 7-8 conectan con la experiencia del profeta Jonás y a su vez expresa una gran confianza en la ayuda milagrosa de Dios: «Todas tus ondas y tus olas se han precipitado sobre mí. Esta es la oración al Dios de mi vida: que de día el Señor mande su amor, y de noche su canto me acompañe». Puede parecer una frase sencilla, pero lo cierto es que nos cuesta pronunciarla, porque confiamos en el Señor, pero hay momentos en nuestra vida en los que nos parece ver cómo retira Su mano de nosotros: «Y le digo a Dios, a mi Roca: “¿Por qué me has olvidado?”» (v. 9). Estas palabras expresan confianza en Dios, y la certeza de estar viviendo una vida consecuente centrada en la voluntad del Señor.
El hermoso coro que encontrábamos en el versículo 5 se repite: «Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza…» (v. 11). La verdad es que nos ponemos ansiosos por muchos asuntos de la vida y entonces, como los discípulos en la barca, nos afanamos por sacar agua con todas nuestras fuerzas usando nuestras propias manos (Mar. 4:37-41).
Este salmo nos invita a descansar en Dios, nuestra salvación y auxilio. ¿Y tú? ¿En medio de tu angustia puedes exclamar: «¿Por qué me has olvidado?». ¿Tienes una profunda certeza de no haber sido tú quien se ha olvidado de Dios? Reconoce que tu sed no es de otra cosa sino de Cristo. Nos resulta demasiado fácil transitar por la vida cristiana mientras bebemos de otras fuentes, pero este salmo nos exhorta a vivir un cristianismo práctico, auténtico, sincero, en el cual Dios está presente en las bendiciones, así como en nuestras muchas preocupaciones. Descansa solamente en Él. «Pero el Señor está conmigo como un guerrero poderoso» (Jer. 20:11).
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